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lunes, 2 de enero de 2012

LUKE HOWARD Y LAS NUBES ( y II )

Más cosas sobre las nubes

Las nubes están formadas por multitud de gotitas de agua y no son sino la manifestación de la presencia del vapor de agua en la atmósfera. Estas gotas microscópicas son semejantes a las que se forman al condensarse sobre una olla el vapor de agua en ebullición. Cada metro cúbico de nube contiene entre 10 y 1000 millones de gotitas. Su diámetro está comprendido, normalmente, entre 10 y 40 micrómetros (0,01 a 0,04 mm) y es mucho menor que el grosor de un cabello. Las gotas que forman la niebla y las nubes conocidas como "stratus", son aún 10 veces más pequeñas.

¿Por qué las nubes no se caen?

Esta pregunta, probablemente, se la habrán planteado muchos niños a sus padres. Pero la cuestión es bastante compleja, sobre todo si tenemos en cuenta que el cúmulo más humilde puede pesar tanto como una locomotora.
La nube persiste en el cielo mientras que las condiciones de condensación del vapor sean favorables. Pero las gotitas que la constituyen tiene una vida mucho más corta. Para un cúmulo o cumulonimbo, estas gotas se forman en la base de la nube a causa de la corriente ascendente; suben durante algunos minutos y se evaporan cuando sobrepasan el límite superior de la nube. Todo ello es posible por que las gotitas son muy ligeras y las corrientes ascendentes compensan, con creces, la velocidad de caída. Las de un pequeño cúmulo son del orden de 1 cm por segundo; del orden de 40 metros por hora.

En una niebla no hay ascensos, pero las gotas son tan pequeñas que caen a una velocidad de 1 mm por segundo, unos 4 metros por hora y éste movimiento pasa totalmente desapercibido.

¿Por qué la base de las nubes es aplanada?

Cuando se observan las nubes a distancia se comprueba que, a menudo, poseen una base plana, sobre todo las del tipo cúmulos de buen tiempo. Esta base es la materialización del nivel de condensación.
En ocasiones la base de las nubes, sobre todo las de los cúmulos, es completamente plana.

En el caso típico de los cúmulos que se forman por acción del calentamiento del suelo, la altura del nivel de condensación depende, sobre todo, de la humedad del aire en los primeros quinientos metros de la atmósfera. El aire, al elevarse, se enfría 1º por cada 100 metros, y su humedad aumenta automáticamente entre un 4 y un 5% hasta llegar al 100% cuando alcanza el nivel de condensación.

Algunos días las corrientes ascendentes no son lo suficientemente fuertes para elevar al aire al nivel de condensación. En estos casos, cuando la humedad es baja y la atmósfera se encuentra estable, los cúmulos no llegan a formarse y el cielo permanece azul y despejado durante toda la jornada.

Muchas veces hemos querido que hubiese menos nubes de día para disfrutar más del sol, sobre todo en verano. No obstante las estadísticas muestran que en los continentes sucede al contrario. En las regiones españolas de la meseta, la nubosidad es un 30% mayor al mediodía que a la medianoche. Esta cifra no está relacionada con el paso de las perturbaciones, ya que éstas pueden llegar el cualquier momento, ya sea de día o de noche, sino con los tipos de nubes ligadas al ciclo diurno.

Los cúmulos diurnos se forman durante la mañana y desaparecen a últimas horas de la tarde. Las noches son, por lo general, estrelladas; las mañanas empiezan soleadas, pero por las tardes aparecen más nubes; algunas de ellas pueden crecer mucho (cuando se dan las condiciones de calor y humedad adecuados) dando lugar a nubes tormentosas.

Las nieblas y los estratos son frecuentes en situaciones anticiclónicas de otoño e invierno. Se forman al amanecer y se disipan a media mañana debido a que el sol comienza a calentar el suelo, con lo que el aire empieza a ascender. El cielo entonces se torna más despejado durante la tarde y a primeras horas de la noche que de madrugada.

¿Por qué algunas nubes parecen inmóviles a pesar del viento?

En muchas ocasiones observamos en el cielo nubes espectaculares que, a pesar del viento, permanecen inmóviles. ¿Por qué?

Lo más probable es que se traten de altocúmulos lenticulares, que se producen por la ondulación del viento en las proximidades del relieve. Estas nubes ondulatorias, de altitud media, parecen platillos volantes o a veces una pila de platos invertidos. Se pueden observar en cualquier lugar cuando la atmósfera es estable y sopla un viento fuerte por encima de una sierra o cordillera colocada perpendicularmente a la dirección del viento. Son las famosas nubes del viento sur, o más técnicamente, del efecto Föehn.

Altocúmulo lenticular por encima de una cordillera. Puerto de La Bonaigua (Lérida)

El aire sufre un ascenso al remontar la montaña o la cordillera. A continuación desciende a sotavento y se forma una ondulación. Es un fenómeno muy parecido a las ondas estacionarias que se originan en los rápidos de los ríos. En cada ascendencia, el aire sube, se enfría y puede condensarse. Se forman por lo tanto una serie de nubes paralelas entre sí y espaciadas entre 5 y 25 km, que es proporcional a la velocidad del viento. Es decir, la nube se forma (a barlovento) y se deshace (a sotavento) casi al mismo tiempo y por eso vemos que no cambia de lugar...o de aspecto.









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